EL
MONO MONONO
Autora:
María Josefina Cerda
El mono
Monono,
era alegre
y extravagante,
era
simpático y amable.
¡Era un
mono adorable!,
para no
andar vestido como los demás monos,
un día,
¡Se puso un kimono!
El mono
Monono, era muy gracioso,
con sus
acrobacias,
siempre
hacía reír a las señoras jirafas.
A todos
los animales les caía bien,
porque
tenía miles de gracias,
hasta
que un día… ¡Cayó en desgracia!
Se hizo
amigo de él,
el
orangután Joel
que
aparentaba ser muy chistoso,
pero en
realidad, era un mafioso.
Le
tenía envidia a Monono,
porque
era simpático y amable.
Lo
único que Joel deseaba,
era
engañarle y perjudicarle.
Lo
convenció que comiera un fruto extraño,
¡Con la
sola intención de causarle daño!
El mono
Monono,
acostumbrado
a comer frutas naturales,
aceptó
con gusto esas tentadoras golosinas,
que
eran un camuflaje de ¡Bananas azulinas!
En
cuanto las comió, miren lo que pasó:
¡El mono
Monono perdió la cordura!,
saltaba,
brincaba, aullaba,
cantaba,
estornudaba, tiritaba,
silbaba,
bailaba, pataleaba,
¡Parecía
estar en estado de locura!
Al rato…
El mono
Monono se puso lento y torpe,
dejó de
hacer muecas y gracias.
¡No
acertaba con las acrobacias!,
se puso
tembloroso y ojeroso,
empezó
a sentir antojos, y
¡Se le
desorbitaban los ojos!
Su mamá
Monita
cuando
lo vio llegar, le preguntó:
- ¿Por
qué tienes esa carita?,
¿Estás
enfermo?, ¿Te duele la pancita?,
te ves
pálido y medio morado,
acaso
¿Estás resfriado?
El mono
Monono, tenía escalofríos,
pero,
él sabía que no era un resfrío.
Veía
visiones y tenía alucinaciones,
lloraba,
sudaba, pero
¡De
nada se acordaba!
Llamaron
al doctor…
Éste le
preguntó si sentía algún dolor,
lo
examinó y luego diagnosticó:
- “Este
monito tan bonito,
elegante
y extravagante… ¡Hum!
Al
parecer ingirió un veneno
en
forma de caramelo,
creo
que consumió banana azulina
que
parece una golosina,
pero en
realidad es una baya muy dañina
poseedora
de peligrosas toxinas”.
Le
dejaré la siguiente receta:
- “Deberá
tomar jarabe de setas
y beber
infusión de cascarillas
de
bananas amarillas”,
Volveré
a visitarlo el martes,
para
ver qué efecto le han hecho
los
remedios tratantes.
De lo
contrario,
tendré
que suministrarle un calmante,
y, en
última instancia:
¡Habrá
que hacerle un trasplante!
El papá
de Monono
sentenció
muy preocupado:
- “Buscaré
al verdadero culpable, y
les
aseguro que no seré amigable
con alguien
que no tiene corazón,
y que,
a mi hijo Monono
le ha
hecho perder la razón”.
Luego
prosiguió…
Le preguntaré
al mono Manuel
que es
su amigo más fiel.
El mono
Manuel le confidenció:
- Yo encontré
a Monono cerca del árbol
del
orangután Joel.
Enseguida
agregó:
- Joel
siempre anda ofreciendo golosinas
de
bananas azulinas,
nadie
sabe cómo las cocina,
pero
son muy, muy dañinas.
Como es
un viejo ermitaño
y de
comportamiento huraño y extraño,
no
todos saben que le gusta causar daño,
ya que,
siempre lo hace a través de un engaño.
El mono
Manuel continuó…
- Hace
tiempo atrás,
el mono
Tololo y el mono Manolo
comieron
de esas golosinas,
¡Cayeron
en estado de locura,
y
perdieron la cordura!,
no se
pudieron sanar
y, ¡Los
tuvieron que enjaular!...
Esa
banana azulina,
contiene
una toxina asesina
que
ataca el cerebro y
¡Ya
nunca vuelves a ser cuerdo!
El
tratamiento del mono Monono,
fue
lento y penoso.
A veces,
a Monono le daban antojos,
o, se
ponía tan rabioso que,
¡Se le
desorbitaban los ojos!
El
tiempo pasó y pasó…
El mono
Monono sanó.
Volvió
a ser el de antes,
¡Un
mono elegante y extravagante!
Volvió
a ser atlético, amable y simpático,
volvió
a sonreír y a hacer acrobacias.
El mono
Monono, le caía bien a todos,
porque,
¡Era un mono con mucha gracia!
Y…Colorín,
colorono,
aquí se
acaba el cuento
del
mono Monono.
Moraleja: “Nunca recibas golosinas, ni
regalos de algún extraño, porque, te pueden causar mucho daño.”
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